Serie Innovar Episodio 15

Por CyJ

En cualquier burocracia, con el tiempo, las personas dedicadas al beneficio de la propia burocracia siempre toman el control, y aquellos dedicados a los objetivos que la burocracia debe lograr tienen cada vez menos influencia, y a veces son eliminados por completo.

Jerry Pournelle

Las Organizaciones del sector público en general, y la Administración Pública en particular, desempeñan un papel crucial en el funcionamiento de la sociedad, gestionando recursos y servicios esenciales para el bienestar de la ciudadanía. 

Sin embargo, en la actualidad se enfrenta a numerosos desafíos que han llevado a críticas sobre su eficiencia. A menudo, se señala que las administraciones públicas son lentas, burocráticas y poco adaptables a los cambios rápidos del entorno.

La falta de recursos, la politización de las decisiones y la rigidez de los procedimientos son algunos de los factores que están contribuyendo a esta percepción de ineficiencia.

O peor aún, la falta de transparencia y la corrupción en algunos contextos está ya erosionando la confianza pública en estas instituciones.

 

Las Administraciones Públicas son una forma de burocracia y por ello, según el modelo ideal Weberiano, se deberían caracterizar por la racionalidad, la eficiencia y la estructura jerárquica clara, y en principios como la división del trabajo, la jerarquía de autoridad, las reglas formales, la impersonalidad y la competencia técnica.

Pero en la actualidad, muchas organizaciones del sector público han visto cómo estos principios se han ido degradando de forma importante o, en el mejor de los casos, ya no se adaptan a la realidad de las sociedades de hoy. Esto ha conducido a rigidez operacional excesiva, falta de flexibilidad, aversión al riesgo, y una absoluta resistencia al cambio, entre otros aspectos, priorizando sus problemas y protección interna sobre los problemas y servicio externos a los que sirven. Incluso, y en la mayoría de los casos, son modelos que persiguen incrementar su tamaño como estrategia de supervivencia.

 

En este contexto, y como cada vez es más evidente, la innovación se presenta como una solución necesaria para superar los desafíos actuales en la administración pública, porque ayuda a la introducción de cambios organizacionales y operacionales, fomenta la colaboración entre diferentes, genera oportunidades esenciales para la supervivencia de las organizaciones y, sobre todo, garantiza el fomento de la competitividad en valor, la capacidad de respuesta, el crecimiento y, en definitiva, el valor para la sociedad.

Ahora es necesario, más que nunca, pasar del legalismo a la gestión, superando el «vínculo de comodidad» entre calidad y recursos, y cambiando la relación tradicional dominador/dominado entre las organizaciones del sector público y la sociedad a la que sirven.

Es el momento de enfocar todos los esfuerzos en transitar hacia un modelo de Nueva Gobernanza Pública (NGP) basada en innovación, más acorde con la realidad actual.

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