La evolución de las especies (de organizaciones)
Historia de las organizaciones II
Por CyJ
Los problemas y prácticas de gestión están arraigados en el tiempo. No duran toda la vida de una organización…Con demasiada frecuencia, es tentador elegir soluciones que se probaron antes, pero que en realidad hacen imposible que surja la nueva fase de evolución de una organización.
En un post anterior nos adentrábamos en la historia para analizar algunos de los profundos (y acelerados) cambios que se han sucedido a lo largo de ella y cómo las organizaciones supervivientes se han ido adaptando a ellos. En las conclusiones se mostraba cómo las que tienen más opciones de sobrevivir al futuro comparten un código genético común: el conformado por una triple hélice en la que se alinean estrategia, innovación y personas.
Este post sigue ahondando en la adaptabilidad de las organizaciones, pero desde una perspectiva ligeramente diferente. En este caso, en lugar de considerar a las organizaciones supervivientes como una “misma especie” con un código primario deseable común (estrategia-innovación-personas), se identifican algunas subespecies dentro de ese tronco común. Subespecies que se diferencian por un código secundario marcado por diferencias en su modelo de organización. Un modelo que va evolucionando con el tiempo, influenciado por la edad de la propia organización.
Para ayudarnos en el análisis proponemos otro interesante artículo, éste publicado por Harvard Business Review en 1972 que, pese a la antigüedad de su publicación, contiene un análisis con algunas propiedades que mantienen su vigencia. ‘Evolution and Revolution as Organizations Grow’ (hbr.org) aporta una perspectiva de los cambios que afrontan las organizaciones desde la perspectiva de su edad.
En demasiadas ocasiones, la estructura de una organización es la fuente del poder de algunos directivos, que se aferran a ella hasta que la empresa finalmente entra en quiebra. Estos, a menudo, en su prisa por crecer pasan por alto preguntas críticas de desarrollo:
- ¿Dónde ha estado nuestra organización?
- ¿Dónde está ahora?
- ¿Hacia dónde se dirige?
La dirección suele dirigir su mirada, sin embargo, al entorno y al futuro, como si las proyecciones de mercado proporcionasen a la organización una nueva identidad.
En el desarrollo organizacional de una empresa, podemos identificar una serie de fases de desarrollo por las que éstas tienden a pasar a medida que crecen y evolucionan. Cada fase comienza con un período de evolución, caracterizado por un crecimiento y estabilidad constantes, y termina con un período revolucionario de confusión y cambios organizacionales sustanciales. La resolución de cada período revolucionario determina si una empresa avanzará o no hacia su próxima etapa de crecimiento evolutivo.
Dimensiones de la organización
Si analizamos el desarrollo organizacional mediante el análisis de un modelo de proceso general, no tardan en aparecer cinco dimensiones clave que lo determinan.
1.- La edad de la Organización.
La historia muestra que las mismas prácticas organizacionales no se mantienen a lo largo la vida: las actitudes directivas se vuelven rígidas y obsoletas, y el comportamiento de los empleados se vuelve más predecible y difícil de cambiar.
2.- El tamaño de la Organización.
A medida que aumenta el número de empleados y el volumen de ventas de una organización, se incrementen los problemas de coordinación y comunicación. Es habitual que surjan nuevas funciones y se multipliquen los niveles en la jerarquía.
3.- Las etapas de la Evolución.
En las organizaciones maduras, el crecimiento prolongado se mantiene continuo salvo revés económico inesperado o interrupción interna severa. El término evolución parece apropiado para describir estos períodos tranquilos porque sólo parecen ser necesarios ajustes modestos para mantener el crecimiento.
4.- Las etapas de la Revolución.
La evolución suave no es inevitable ni indefinidamente sostenible; no se puede suponer que el crecimiento es lineal. Cada vez menos. Los períodos turbulentos que suceden a los periodos tranquilos de crecimiento suave suelen causar una seria alteración a las prácticas de gestión. Una verdadera revolución.
De pronto, las prácticas de gestión tradicionales que eran apropiadas para un tamaño y una época anteriores ya no funcionan y son objeto de escrutinio por parte de los frustrados directivos de nivel superior y por los desilusionados responsables de niveles medios. El reto de gestión en los períodos revolucionarios es encontrar prácticas organizacionales que sean la base para gestionar el siguiente período de crecimiento.
5.- La tasa de Crecimiento de la Industria.
La velocidad a la se suceden las fases evolución-revolución depende del entorno de su industria. Los períodos evolutivos tienden a ser cortos en industrias en crecimiento, y mucho más largos en industrias maduras.
- Cada período evolutivo se caracteriza por el estilo de gestión dominante utilizado para lograr el crecimiento.
- Cada período revolucionario se caracteriza por el problema de gestión dominante que debe resolverse antes de que el crecimiento pueda continuar.
Fases de evolución-revolución
Una vez fijado el marco anterior, ahora procede examinar en profundidad las cinco fases específicas de evolución y revolución descritas en el mencionado artículo e identificar los estilos de gestión que se mejor amoldan a ellas.
Fase 1: Creatividad.
EVOLUCIÓN 1. Tras el nacimiento de una organización, el énfasis se pone en crear producto y mercado. Los fundadores suelen mostrar una orientación técnica y con cierto desdeño hacia gestión. La comunicación entre los empleados es frecuente e informal y las largas horas de trabajo se recompensan con salarios modestos y la promesa de beneficios de propiedad.
REVOLUCIÓN 1. Pero a medida que la empresa crece, esas mismas actividades se convierten en el problema. El aumento de la producción precisa de un conocimiento sobre las eficiencias de la fabricación. Un mayor número de empleados no puede gestionarse exclusivamente a través de la comunicación informal. Se necesitan nuevos procedimientos contables… los fundadores se suelen ver abrumados por responsabilidades no deseadas. Anhelan los “buenos viejos tiempos” y tratan de actuar como lo hicieron en el pasado. Los conflictos entre líderes emergen y se vuelven más intensos.
En este punto se produce una crisis de dirección, que es el inicio de la primera revolución: ¿quién sacará a la empresa de la confusión y resolverá los problemas de gestión a los que se enfrenta?
Obviamente, se necesita un gerente fuerte, que tenga conocimiento y habilidades necesarias para introducir nuevas técnicas comerciales. Pero encontrarlo es más fácil decirlo que hacerlo. Los fundadores a menudo se resisten a hacerse a un lado y esta es la primera opción crítica: ubicar e instalar un gerente fuerte que sea aceptable para los fundadores y que pueda unir a la organización.
Fase 2: Dirección.
EVOLUCIÓN 2. Quienes sobreviven a la primera fase generalmente se embarcan en un período de crecimiento sostenido bajo un liderazgo directivo capaz. La evolución se caracteriza por tener una estructura funcional para separar las actividades de fabricación de las de marketing, y las asignaciones de trabajo se vuelven más especializadas. Se adoptan incentivos, presupuestos y procedimientos de trabajo. La comunicación se vuelve más formal e impersonal a medida que crece la jerarquía de títulos y posiciones.
El nuevo ‘manager’ y sus supervisores asumen la responsabilidad de instituir la dirección; los supervisores de nivel inferior son tratados más como especialistas funcionales que como responsables autónomos que toman decisiones.
REVOLUCIÓN 2. Con el tiempo, las direcciones se vuelven inapropiadas para controlar una organización más diversa y compleja. Los empleados se encuentran restringidos por una jerarquía engorrosa y centralizada. Atesoran un conocimiento más directo y se sienten divididos entre seguir los procedimientos o tomar la iniciativa por sí mismos.
Así, surge una crisis de autonomía. La solución adoptada suele ser avanzar hacia una mayor delegación. Sin embargo, es difícil para los directivos de alto nivel ceder la responsabilidad a los directivos de nivel inferior.
Como resultado, numerosas empresas fracasan al adherirse a métodos centralizados, mientras que los empleados de nivel inferior se desilusionan y abandonan la organización.
Fase 3: Delegación.
EVOLUCIÓN 3. Esta fase comienza a partir de la aplicación exitosa de una estructura organizacional descentralizada, en la que se otorga una responsabilidad mayor a los directivos de plantas y territorios de mercado. Las bonificaciones se utilizan para motivar a los empleados y la alta dirección se concentra en adquirir empresas externas que pueden alinearse con otras unidades descentralizadas. La comunicación desde arriba es poco frecuente y generalmente ocurre por correspondencia, teléfono o visitas breves.
Esta fase permite a las empresas expandirse mediante la mayor motivación de los directivos en niveles inferiores, que tienen mayor autoridad e incentivos, y pueden penetrar en mercados más grandes, responder más rápido a los clientes y desarrollar nuevos productos.
REVOLUCIÓN 3. Sin embargo, surge un problema serio cuando los ejecutivos de alto nivel sienten que están perdiendo el control sobre una operación de campo altamente diversificada.
Los directivos de campo autónomos prefieren realizar sus propias acciones sin coordinar planes, dinero, tecnología o personal con el resto de la organización. La libertad engendra una actitud provinciana.
Pronto se cae en una crisis de control cuando la alta dirección busca recuperar el control de la empresa en su conjunto.
Aquellas empresas que avanzan encuentran una nueva solución en el uso de técnicas especiales de coordinación.
Fase 4: Coordinación.
EVOLUCIÓN 4. Este período se caracteriza por el uso de sistemas formales para lograr mayor coordinación y por ejecutivos de alto nivel que asumen la implantación de estos nuevos sistemas.
Algunos ejemplos los constituyen los cambios de unidades negocio (OBU’s) a unidades de productos (PBU’s), los procedimientos formales de planificación se revisan intensamente, se incrementa la contratación de personal de control y revisión, se limitan los gastos de capital, la consideración de cada unidad como un centro de inversión/coste, el procesamiento de datos se hace centralizado, etc. En este punto, las ‘stock options’ y el reparto de dividendos se utilizan para animar a los empleados a identificarse con la organización.
Estos sistemas resultan útiles para lograr el crecimiento a través de la asignación más eficiente de los recursos. E impulsan a los gerentes de campo a mirar más allá de sus unidades. Y aunque todavía tienen una gran responsabilidad en la toma de decisiones, aprenden a justificar sus acciones con más cuidado ante una audiencia de vigilancia en la sede.
REVOLUCIÓN 4. Sin embargo, gradualmente se genera una falta de confianza entre la sede central y las periferias. Los numerosos sistemas comienzan a exceder su utilidad, lo que aboca a una crisis burocrática, que provoca una crítica generalizada al sistema. Se priorizan los procedimientos frente a la resolución de problemas. La innovación se atenúa. La organización es demasiado grande y compleja para ser administrada a través de programas formales y sistemas rígidos. La revolución de la Fase 4 está en marcha.
Fase 5: Colaboración.
EVOLUCIÓN 5. La última fase observable enfatiza una fuerte colaboración interpersonal en un intento de superar la crisis de la burocracia. Se enfatiza la espontaneidad en la acción directiva a través de equipos y la hábil confrontación de las diferencias interpersonales. El control social y la autodisciplina reemplazan el control formal. Esta transición es especialmente difícil para los expertos que crearon los sistemas de coordinación, así como para quienes se basaron en métodos formales para dar respuestas.
Hay un enfoque de gestión más flexible y conductual, caracterizado por la resolución rápida de problemas a través de equipos, que se combinan a través de funciones para manejar tareas específicas.
- Los directivos centrales se reducen y se asignan a equipos interdisciplinarios.
- Se utiliza una estructura matricial para reunir equipos correctos para problemas apropiados.
- Los sistemas de control formales se simplifican y combinan en sistemas únicos multipropósito.
- La formación directiva se centra en capacitar a los líderes en habilidades ‘blandas’ de comportamiento para mejorar el trabajo en equipo y la resolución de conflictos.
- Los sistemas de información en tiempo real se integran en los procesos diarios de toma de decisiones.
- Las recompensas económicas están más orientadas al desempeño del equipo que al logro individual (‘profit sharing’).
- Se fomenta la experimentación con nuevas prácticas en toda la organización.
REVOLUCIÓN 5. ¿Cuál será la revolución en respuesta a esta etapa de la evolución? Todavía es pronto para decirlo, ya que muchas grandes empresas se encuentran ahora en la etapa evolutiva de esta Fase 5. Hay poca evidencia sobre el resultado.
¿Quizás se centre en la saturación psicológica de las personas, por crecer física y emocionalmente agotadas por la intensidad del trabajo en equipo y la fuerte presión por soluciones innovadoras?
¿Desaparecerán las fronteras de la organización, reduciendo estructura y permitiendo un trabajo en red con líneas más difusas?
¿Es la innovación abierta una solución para esa posible revolución?
¿Dónde nos encontramos en esta secuencia de desarrollo?
Cada organización y sus componentes se encuentran en diferentes etapas de desarrollo. La tarea de la alta dirección es estar al tanto de ellas. Si no lo hacen, no reconocerán el cambio en el momento en el que éste haya llegado. Y lo que es peor: actuarán para imponer la solución equivocada.
‘La gerencia (de tipo ordeno-y-mando sobre todo) ha creado organizaciones de servicios que están llenas de desperdicio, ofrecen un mal servicio, deprimen la moral de quienes trabajan en ellas y están plagadas de fábricas que no solo no contribuyen a mejorar el trabajo, sino que en realidad lo empeoran. Los principios de gestión que han guiado el desarrollo de estas organizaciones son lógicos, pero es la lógica equivocada’.
JOHN SEDDON, FREEDOM FROM COMMAND AND CONTROL: RETHINKING MANAGEMENT
Los líderes deben estar listos para trabajar con la corriente y no contra ella; sin embargo, deben ser cautelosos porque es tentador saltarse fases por impaciencia. Cada fase produce ciertas fortalezas y experiencias de aprendizaje en la organización que serán esenciales para el éxito en las fases posteriores.
Con demasiada frecuencia, es tentador elegir soluciones que se probaron antes pero que en realidad hacen imposible que se evolucione a la nueva fase de crecimiento.
La dirección debe estar preparada para desmantelar las estructuras actuales antes de que la etapa revolucionaria se vuelva demasiado turbulenta. Los altos directivos al darse cuenta de que sus propios estilos gerenciales ya no son apropiados pueden incluso verse obligados a dejar sus puestos de liderazgo.
‘Hay una historia de un gurú japonés que trabajaba con una junta directiva sobre qué hacer para mejorar el desempeño de su organización. Elaboró una lista de recomendaciones, en la que la primera era: «La junta directiva debería renunciar». Captó su atención. El punto que quería señalar era que, a menos que cambies tu forma de pensar, tu sistema (organización) no cambiará y, por lo tanto, su rendimiento tampoco cambiará. La pregunta es: ¿Qué pensamiento necesita cambiar?’
JOHN SEDDON, FREEDOM FROM COMMAND AND CONTROL: RETHINKING MANAGEMENT
La evolución no es un asunto automático, es una competencia por la supervivencia. Para avanzar, las empresas deben introducir conscientemente estructuras planificadas que no solo resuelvan una crisis actual, sino que también se ajusten a la próxima fase de crecimiento. Eso requiere una considerable conciencia de sí mismo por parte de la alta dirección, así como grandes habilidades interpersonales para persuadir a otros directivos de que se necesita un cambio.
Las nuevas soluciones generan nuevos problemas.
Algunos directivos, a menudo, no reconocen que las soluciones organizacionales crean problemas para el futuro. Las acciones del pasado determinan gran parte de lo que le sucederá a una empresa en el futuro. La consciencia de este efecto debería ayudar a los directivos a evaluar los problemas de la empresa con una comprensión histórica en lugar de echarle la culpa a un desarrollo actual.
Mejor aún, debería colocar a los directivos en una posición para predecir problemas y, por lo tanto, preparar soluciones y estrategias antes de que una revolución se salga de control.
La alta dirección que introduce el futuro en su agenda diaria es consciente de los problemas que se avecinan. Todavía hay mucho que aprender sobre los procesos de desarrollo en las organizaciones. Sin embargo, no se debe esperar evidencia concluyente antes de educar a los directivos para que piensen y actúen desde una perspectiva de desarrollo y consciencia de la madurez de su organización.
La dimensión crítica del tiempo ha estado ausente durante demasiado tiempo de nuestras teorías y prácticas de gestión. La paradoja intrigante es que, al aprender más sobre la historia, podemos hacer un mejor trabajo en el futuro.
HADRONE, es una agencia de transformación de pensamiento sistémico que opera en una red de alianzas de innovación abierta.


